Si tuviéramos que poner en este texto el nombre de las mujeres trabajadoras, aunque sólo fueran las de Valdecañas, necesitaríamos tantos folios como para copiar El Quijote.
Pienso que no es el Día de la mujer trabajadora el que tenemos que celebrar, sino que tendríamos que pensar en un día del año en el que la mujer no es trabajadora.
Recordemos por un momento a nuestras madres o abuelas que al salir el sol ya estaban al pie del puchero y si ya está preparado el desayuno habrá que hacer las camas o quitar el polvo y fregar los suelos. Aunque no hayan almorzado, tendrán que preparar la comida. Si no tenían que lavar la ropa, tenían que planchar alguna camisa o pantalón o sábana... Si tenían algún momento para descansar era cosiendo, limpiando las lentejas o los garbanzos para preparar el cocido del día siguiente. Y si en verano había que echar mano a la siega o a la trilla ellas eran las primeras.
Nadie ha reconocido este ir y venir, subir y bajar, este cambiar de cansancio para descansar, de aquellas mujeres rurales de no hace tantos años. Hablo de nuestras madres, hablo de nuestras abuelas, hablo de las mujeres de posguerra, de las mujeres de la segunda mitad del siglo pasado. De las que criaron cuatro, seis o más hijos, de las que su descanso era trabajar en otro sitio, en otra casa. Ellas nunca pidieron nada, siempre lo daban todo.
Para ellas, para las de 80, 90 o 100 años que hoy no reivindican nada y que probablemente su recompensa haya sido el silencio o el olvido o peor aún, el abandono. Para ellas mi aplauso, mi recuerdo, mi homenaje, mi DÍA DE LA MUJER TRABAJADORA.
Donaciano Sardón
Para dar colorido y alegría a este día, os presentamos esta mini exposición dedicada a la mujer, de nuestro convecino Venancio Galán.